TEMA ESPECIAL: LA ILUMINACIÓN

 

Dios ha actuado en el pasado para revelarse claramente a Sí Mismo a la humanidad (por ej. en la creación, el llamado a los Patriarcas, el éxodo, la conquista, etc.).  En Teología a esto se llama revelación.  Dios seleccionó a ciertos hombres para narrar y explicar Su auto-revelación.  En Teología a esto se denomina inspiración. Dios ha enviado a Su Espíritu para ayudar a los lectores a entenderle a Él y Sus promesas y provisiones, especialmente en referencia la venida del Mesías. En Teología a esto se conoce como iluminación. El problema surge cuando, si afirmamos que el Espíritu está involucrado en la comprensión de Dios, entonces, ¿por qué hay tantas interpretaciones de Él, de Su voluntad y Su Palabra?

Parte del problema radica en la previa comprensión del lector y sus experiencias. Con frecuencia, esto responde a intereses personales de usar la Biblia como texto de prueba (pretexto) de nuestra propia opinión.  Generalmente, una teología selectiva (como “coladora”) es impuesta sobre la Biblia para que hable solo en ciertas áreas y de ciertos temas. Simplemente la iluminación no se puede equiparar con la inspiración, aunque el Espíritu Santo esté involucrado en cada una de ellas. La inspiración en si (vea el Tema Especial: Inspiración) ya ha cesado con el N.T. (por ej. Judas v. 3 y v.20). La mayoría de los textos del N.T. que tiene que ver con la iluminación se refieren a conocer acerca del evangelio y de la vida que agrada a Dios (por ej. Ro. 8:12-17; 1 Co. 2:10-13; Ef. 1:17-19; Fil. 1:9-11; Col. 1:9-13; 1 Juan 2:20-27). Esto, en realidad, es una de las promesas del “nuevo pacto” (ver Jer. 31:31-34, esp. V. 34).

La mejor manera para permitir que el Espíritu ayude a los creyentes a entender la revelación puede ser el intentar de definir la idea central de un párrafo, y no el intentar interpretar cada detalle del texto. Es la idea principal la que contiene la verdad primordial del autor original. El bosquejar un libro o las unidades literarias nos ayudan a seguir la intención del autor original inspirado.  Ningún intérprete es inspirado.  No podemos reproducir el método de inspiración del autor bíblico (eso sería inspiración). Podemos y debemos hacer un esfuerzo para entender por qué dijo lo que dijo en sus días para poder así comunicar esa verdad a nuestro día. Hay partes de la Biblia que son ambiguas o cuyas verdades nos están ocultas (hasta cierto tiempo o período).  Siempre habrá desacuerdos sobre algunos textos y temas, pero debemos afirmar claramente las verdades centrales, y permitirnos la libertad de interpretaciones individuales dentro de los límites establecidos por el autor original.  Los intérpretes deben andar en la luz personal que poseen, siempre dispuestos a recibir más luz de la Biblia o del Espíritu. Dios nos juzgará según nuestro nivel de entendimiento y el cómo vivimos lo que aprendimos.

 

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