TEMA ESPECIAL: EL LIDERAZGO DEL VARÓN (de las notas del comentario en Ef. 5:23)

            Cristo es descrito como el esposo y la iglesia como la novia (ver Os. 1-3; Ef. 5:23-27; Ap. 19:7; 21:2,9). Los maridos necesitan actuar en su posición de liderazgo dada por Dios, así como Cristo lo hizo. Él se entregó a Sí Mismo por la iglesia. No se trata de un asunto de control, sino que se trata de entregarse a sí mismo.

            El liderazgo del varón es un asunto muy controversial en nuestra sociedad moderna occidental y esto debido a varias razones:

1.      No comprendemos lo que implica el liderazgo de servicio

2.      No nos gustan las sociedades patriarcales debido a nuestro énfasis moderno ególatra en el valor del individuo

3.      Estamos confundidos por la manera paradójica en que la Biblia presenta, por un lado, el liderazgo del varón, y por otro, la igualdad como la norma

En mi opinión la respuesta reside en el ejemplo dado por Jesús del verdadero liderazgo en relación a la iglesia y del verdadero servicio (sumisión) a Dios el Padre. Esta sumisión de ninguna manera expresa falta de igualdad, sino diferente diseño funcional en la administración. El liderazgo del varón se refiere a una clase de liderazgo que suple las necesidades de los demás al entregarse desinteresadamente. Nuestra sociedad moderna rechaza la autoridad, pero ¡busca el poder!

Yo en lo personal puedo aceptar el liderazgo del varón como un resultado de la caída (ver Gn. 3:16; 1 Ti. 2:12-14).  También lo puedo afirmar como un concepto bíblico a la luz del liderazgo de Jesús sobre la iglesia (ver Ef. 5:22-33). Pero lo que encuentro difícil de aceptar es un mando patriarcal (es decir, sociedades dominadas por los hombres) y creer que este es el plan revelado de Dios para todas las épocas y sociedades (ver Ro. 3:27; 1 Co. 12:7,13; Gá. 3:28,29; Col. 3:11). ¿Acaso la mutualidad que se perdió en la rebelión de Adán y Eva (ver Gn. 3:16), tan aparente en Gn. 1:27; 2:18, regresó en la salvación? ¿Se resuelve la maldición del pecado y del subyugar a los demás en la redención de Jesús? Al llegar la luz de la nueva era en la vida de los creyentes, ¿comienza también la restauración al compañerismo completo con Dios como lo era en el Edén, ahora?

      Quisiera hacer un punto hermenéutico aquí. Como intérprete de lo que considero es la revelación del verdadero Dios y de Su Cristo, me sorprende bastante el aspecto cultural de la Escritura. Lo vemos obviamente en el A.T. (en la circuncisión, las leyes referentes a los alimentos, las leyes referentes a los leprosos, etc.), pero es mucho más difícil para nosotros como cristianos modernos poder verlo en el N.T.  Estoy seguro que esto es debido a: (1) nuestro amor y respeto por la Biblia, y (2) nuestra tendencia hacia el literalismo proposicional.

Los dos asuntos que resaltan y que tienen aspectos culturales obvios son: (1) las sociedades dominadas por los hombres (los patriarcados) y (2) la esclavitud.  El N.T. nunca intenta hablar de las injusticias de estos pilares culturales del mundo antiguo. Posiblemente debido a que el hacerlo significaría la destrucción del cristianismo. Sin embargo, el evangelio, a través del tiempo, ¡está aboliendo a ambos! La verdad de Dios nunca cambia, pero las sociedades sí cambian. Es un grave error para nosotros el intentar convertir la cultura greco romana del primer siglo como la voluntad de Dios para todas las personas en todos los lugares; y desde luego lo mismo es cierto para la cultura israelita. En cada una de ellas Dios se reveló a Sí Mismo en maneras poderosas y permanentes. Nuestra tarea verdadera consiste en extraer los absolutos eternos de estas cáscaras culturales. Un buen libro que discute este mismo tema es el de Fee y Stuart, How to Read the Bible For All Its Worth.

Una manera para poder determinar lo que es eterno, y por lo tanto pertinente a todos los creyentes de todas las épocas de lo que es la preferencia cultural o personal, es ver si la Biblia (tanto el A.T. como el N.T.) da un mensaje uniforme o si describe una variedad de opiniones sobre el tema.

¡Mi temor es que yo permita que mi entrenamiento denominacional, mi personalidad, cultura o preferencia personal, disminuya o silencie una verdad revelada! Mi máxima autoridad es Dios y Su revelación (es decir, en Su Hijo y en su Palabra escrita, la Biblia). Pero me doy cuenta que Dios se reveló a Sí Mismo en un periodo especifico de la historia, a una cultura particular y que no todo en esa cultura era Su voluntad. Sin embargo, Dios tuvo que hablar a esas personas de esa cultura en términos y categorías que ellos pudieran entender. La Biblia es entonces un documento histórico. No debo atreverme a ignorar su aspecto sobrenatural ni su aspecto cultural.

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